miércoles, 20 de agosto de 2008

Sincronicidad


Casi todos los días sucede en nuestra vida un cierto tipo de evento que llamamos "coincidencia". Dos cosas ocurren y por alguna razón, la relación entre ellas nos llama la atención; a esto Jung lo llama "sincronicidad".

Cuenta James Redfield que, cuando escribió La Novena y Décima Revelación, estaba firmemente convencido de que la cultura humana evolucionaba a través de series de revelaciones de la vida y espiritualidad. Con ellas nos volvemos más conscientes de un proceso espiritual que actúa "entre bambalinas" en la vida. Esas coincidencias misteriosas asociadas a intenciones repentinas, nos llevarían a una búsqueda particular de información y experiencia, como mostrándonos que un destino predeterminado está pujando para emerger.

Para tratar de comprender la teoría que fundamenta el funcionamiento de las sincronicidades, Chopra comienza adentrándonos en explicaciones simples sobre la física cuántica: cómo funcionan las partículas subatómicas (esas que constituyen la base de todo el universo, visible y no visible).

Aparentemente según las demostraciones de Aspect y el teorema de Bell, dos partículas que en algún momento estuvieron juntas siguen interconectadas instantáneamente para siempre, más allá de la distancia que las separe en el universo. Su intercomunicación se establece en el envío de información que viaja entre ellas a una velocidad muy superior a la de la luz: una interconexión instantánea.

Si todo nació del Big-Bang, como afirma la ciencia, todo el universo estuvo junto en ese momento inicial. Por lo tanto se deduce que todos estamos relacionados con todos y con todo; y esto es, tal vez, lo que algunos místicos perciben: Ser "Uno" con el Universo. "Porque todos somos polvo de estrellas".

Es sorprendente ver que tantos seres notables, aquellos que han logrado cambiar la historia del conocimiento humano, se hayan dedicado a analizar el valor y el funcionamiento de las coincidencias en sus vidas, otorgándoles una tremenda importancia para comprender el significado de la misma. Parecía que ellos consideraban las coincidencias como una de las grandes claves; como proviniendo de un orden superior, de una inteligencia que es la misma que organiza todo el universo.

"Sincronicidad: Coincidencia con significado, para la persona que la vive". Jung, sostenía que la sincronicidad era una ley del universo que actuaba para orientar a los seres humanos hacia el crecimiento de la conciencia. Las sincronicidades ayudan a reorientar nuestras vidas y a unirnos con nuestro verdadero destino, ese que está claramente emparentado con el "verdadero propósito de la vida".

Campbell, le dio su verdadera dimensión al decir que el viaje del héroe era el de cualquiera de nosotros que elige buscar su verdadero destino. Llamados a convertirnos en lo que estábamos destinados a ser, alcanzando nuestro propósito vital. Ahora bien, de acuerdo con la tradición Védica, hay sólo dos síntomas que permiten definir a una persona que se encuentra en su camino a la iluminación:

-La sensación de que las preocupaciones están desapareciendo. No se siente abatido por la vida. Las cosas pueden ir mal, pero eso ya no le molesta más.

-En cada área de su vida, comienza a notar un gran número de eventos sincronísticos. Las coincidencias con significado parecen ocurrir con mayor frecuencia cada vez.

Según Redfield, entre las experiencias sincronísticas, los sueños nocturnos son tal vez los más nebulosos y difíciles de interpretar... Por regla general, los sueños son historias cuyas tramas carecen de sentido, donde aparecen personajes extraños que surgen en escenarios que difícilmente podrían darse en la vida real, por esta razón, muy pronto se pierde el interés en hallar una interpretación... No obstante, piensa que la clave para descubrir la sincronicidad de los sueños, está en el fondo, en ir más allá de la interpretación convencional de tales símbolos y abarcar la imagen en su globalidad: el significado mismo, que enmarca a la trama y los personajes del sueño. Ahí es donde podemos encontrar mensajes de una naturaleza más personal, a menudo vinculada directamente con las situaciones específicas que afrontamos en nuestras vidas... La clave para entender el mensaje del sueño es comparar la trama básica del mismo... con la situación real del mundo personal.

Cuando se buscan conexiones, se acaba encontrándolas por todas partes y entre cualquier cosa. El mundo estalla en una red, un torbellino de parentescos en el que todo remite a todo y todo explica todo. (Umberto Eco)

En el libro de David Peat, manifiesta Zancolli, encontré ejemplos muy interesantes de premoniciones, nacidas en sueños, que estaban relacionadas con sincronicidades. La doctora Von Franz refirió que "se podría decir que componer sueños mientras se duerme es un aspecto del espíritu: algún espíritu o mente maestra compone la más ingeniosa serie de imágenes que, si se pueden descifrar, parecen transmitir un mensaje altamente inteligente."

Por otro lado, aparece una brecha infranqueable entre los abordajes subjetivos y objetivos sobre la cuestión del universo y nuestro papel en él. Peat, pensaba que esos dos mundos parecían muy distantes entre sí, pero que se podía construir un puente (entre los mundos exterior e interior) a partir de la sincronicidad, ya que ella nos permite una mirada más allá de nuestras nociones de tiempo y causalidad dentro de los patrones de la naturaleza.
Peter Russell, otro gran pensador, utilizaba la palabra "Mente" (con mayúscula) de un modo un tanto diferente al que estamos acostumbrados. Con ella designaba todo el ámbito de la experiencia subjetiva, tanto consciente como inconsciente. Creía que no debíamos confundir -esa "Mente"- con el significado común de la palabra "mente", que se refería a nuestros pensamientos e ideas como algo opuesto a los sentimientos y emociones.

Decía que nuestros cuerpos y órganos sensoriales eran parte de este mundo: objetos físicos con masa que existían en puntos bien definidos del espacio y del tiempo. Sin embargo, nuestras percepciones, pensamientos, sentimientos, intuiciones y, en definitiva, todo el contenido de nuestra conciencia, pertenecían al mundo de la Mente.

Russell, a veces, se imaginaba la Mente (carente de materia física y más allá del espacio y del tiempo) conectándose con el mundo físico por unos pequeños agujeros o poros: nuestros sentidos. Esos poros funcionaban así como la interfase entre los dos mundos: el mundo de la Mente podía ver el mundo de la materia, a través de esos orificios. La riqueza de esa experiencia era tan hechizante, que la Mente, cautivada por ella, se olvidaba de sí misma. No se daba cuenta de que era la mismísima conciencia observando este mundo, y se imaginaba, en cambio, que se encontraba únicamente en ese orificio a través del cual podía mirar. Creía que despertarse era darse cuenta de que el mundo de la Mente era igualmente real y que cada uno de nosotros existía en ambas realidades dentro y fuera del tiempo.

"Son dos mundos completamente separados (...) Hay un ser que mira a través de los sentidos el mundo material: un ser que conoce el tiempo, que se percibe como un individuo singular, encarnado en un cuerpo. Y está el ser que está fuera del espacio y el tiempo, que es conciencia pura y que está detrás de toda experiencia, en ningún tiempo y en ningún lugar.

Un comentario del filósofo Michel Cazenave conectaba lo antedicho con el fenómeno de la sincronicidad, diciendo que en un evento sincronístico desaparecía la dualidad que habitualmente sentimos como sucesos "interiores" o "exteriores" , pasando a experimentar que toda cosa está contenida en la misma totalidad".
Lo expresado por Cazenave aclaraba algo difícil de comprender hasta que lográbamos vivenciarlo: lo que existía en el alma como idea, llegaba a materializarse haciéndose "uno" con el evento del mundo físico. Como si estuviéramos practicando magia, o como si los milagros estuviesen jugando con nosotros.

Ahora bien, la diferencia entre una sincronicidad y un simple evento azaroso, radica en su significado. En la sincronicidad, la persona que la experimenta recibe una respuesta a algún problema o cuestionamiento que lo afectaba, pasando, su significado, a jugar un papel importante en su vida.

Resumiendo, dice Zancolli, la sincronicidad parece ser la manera en que el "intento del espíritu" (el de la totalidad) parece manifestarse en forma casi de milagro en el mundo de la materia y los sentidos (ese mundo que los humanos consideramos "el real").

Se trata de una "fuerza" que desea ayudarnos a unir los "dos mundos" que vemos separados, a través del "intento" (vistos desde la experiencia interior y desde los sentidos): el mundo del espíritu con el mundo de la materia.
Claro que, la sincronicidad tiene efecto indiscutible sobre el alma. Pero, qué papel juega el alma?... Me parece, dice Zancolli, que el alma es aquello que se encuentra en el medio de esos dos mundos aún inconexos. Me parece que el alma es el instrumento que consigue el acople, ese que logra dotar de inteligencia a toda la materia, el que logra "espiritualizar la materia". ¿Esta fuerza quiere demostrarnos su poder creador o quiere que nos convenzamos de nuestro propio poder creador? Aparentemente, sí.

La sincronicidad funciona utilizando otro tiempo, un tiempo distinto del que tenemos atrapado en nuestros relojes, un tiempo en el que se confunden pasado, presente y futuro. Ese parece ser el "tiempo del alma". Estoy convencido, prosiguió, de que dependiente de las interpretaciones encontradas podemos cambiar nuestra visión y objetivo en la vida y, con ello, el tipo de mundo que construiremos.

Claro que, la armonía entre nuestro cuerpo y espíritu es sumamente necesaria para lograr ser lo que nuestra alma desea, logrando así vivir nuestra historia personal como una aventura del universo. Y tener presente que, el mundo que creamos es producto de nuestra forma de pensar.

"Es una locura pensar que el mundo pueda cambiar sin que cambien nuestros modelos mentales". (A. Einstein).

Y ya que hablamos de pensamientos y mente, una última reflexión: ¿Qué es la meditación?:

Según Rimponché, en la mente ordinaria percibimos la corriente de los pensamientos como una sucesión continua e ininterrumpida, pero en realidad no es así; uno mismo descubrirá que hay un intervalo entre pensamiento y pensamiento. Cuando el pensamiento pasado ya ha pasado y el futuro aún no ha surgido, siempre se encontrará un espacio en el que se revela "Rigpa", la naturaleza de la mente.
Así pues, el objeto de la meditación es permitir que los pensamientos se hagan más lentos (o también podríamos decir: más espaciados o menos frecuentes) para que ese espacio se haga cada vez más evidente.

Los pensamientos son como el viento: vienen y van. El secreto está en no pensar sobre los pensamientos, sino que circulen por la mente sin dejarse arrastrar por ellos. Se debe ser como el océano que contempla sus propias olas o como el cielo que mira hacia lo alto las nubes que lo cruzan.
Esto es así. Al leer sobre "las situaciones que favorecieron los descubrimientos" en la vida de muchos científicos (igual que lo que sucede con las sincronicidades en nuestras propias vidas), se ha podido observar que muchas "creaciones" han surgido cuando los personajes, la mayoría de las veces involuntariamente, dejaron de pensar en el tema y alguna situación le provocó un gran cansancio al cuerpo físico y detuvo al pensamiento que coercionaba en busca de soluciones...


Recopilado por Alejandra Masi



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"Sabio es el que conoce a los demás.

Iluminado, el que se conoce a sí mismo.

Fuerte es el que vence a los otros. Poderoso, el que se vence a sí mismo.

Rico es el que conoce la alegría.

Hombre de voluntad, el que se mantiene en su camino.

Sé humilde, y permanecerás íntegro.

Inclínate, y permanecerás recto.

Vacíate, y permanecerás lleno.

Gástate, y permanecerás nuevo.

El sabio no se exhibe, y por eso brilla.

No quiere destacar, y por eso destaca.

No se aprecia, y por eso es apreciado.

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